“La amistad es un corazón que habita en dos almas” – Aristóteles
Cómo ya he compartido con vosotros en textos anteriores, soy de las que piensa que la alimentación de las personas debería estar compuesta de muchos factores y no sólo de comida.
No caben dudas cuando decimos que gozar de una alimentación saludable es fundamental, pero cuando hablamos de la especie humana, esta alimentación ha de complementarse con otro tipo de alimentos. Por ejemplo, el ser humano necesita ingerir alimentos en forma de amor, alimentos en forma de tiempo libre de calidad, alimentos en forma de viajes, celebraciones y, por descontado, alimentos con forma de buenas amistades.
El ser humano, como animal social que es, necesita sentirse acompañado en su camino por otros iguales. La amistad resulta pues, un alimento tan indispensable como la fruta, las verduras o un elemento tan fundamental como el agua para nuestro organismo.
Las personas nos alimentamos profundamente de relaciones significativas, de esas que caminan a nuestro lado compartiendo todo lo bueno para hacerlo aún mejor y, lo menos bueno, para convertirlo en algo mucho más liviano.
Ya sabéis, algo así como que la amistad multiplica las alegrías y divide las angustias.
Siempre es un buen momento para compartir con amigos. No sólo es un buen momento, sino que siempre resulta necesario hacerlo. A diario intento buscar esos huecos en mi agenda que me permitan dedicar un té, un café y algunas reflexiones con mis amigos.
No existen excusas cuando de verdad se quiere a alguien.
Tenemos tiempo más que de sobra para dedicarle a todo aquello que nos importa y nos hace bien, en este caso, a una verdadera y buena amistad. Y es que, no hay nada mejor que sentarse al abrigo de una mirada de esas que te conocen como te conoce un amigo de verdad.
Nada mejor que el abrazo de las palabras de alguien que te quiere como lo hace un amigo de verdad. Pocas cosas hay que superen el saberse atendido, escuchado y entendido por alguien que te conoce como lo hace un amigo de verdad. Con un amigo de verdad a nuestro lado, uno se siente en casa.
Tener una alimentación saludable y completa con amigos de verdad dice mucho más de nosotros también de lo que podemos imaginar.
Alimentarnos de la compañía de amigos y ser alimento también para sus vidas indica que nosotros somos igualmente saludables, somos amor, somos buena compañía y significamos hogar.
Lo mejor de todo esto es que la fuente de alimento y amor llamada amistad es inagotable. El cariño sincero que brinda una amistad nunca se acaba, es incondicional y nos hace ver partes de nosotros que no conoceríamos sin esos espejos maravillosos llamados amigos, donde podemos mirarnos a diario.
Por todo ello, aliméntate de la amistad, aliméntate de buenos momentos, aliméntate de risas compartidas, de penas en compañía, de momentos irrepetibles y de abrazos irremplazables.
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