Uno de los primeros ejercicios que realizamos en la formación de Asesor en Nutrición Emocional y Alimentación Consciente es el de la despensa emocional. Igual que tenemos una despensa bien surtida con los alimentos a los que recurrimos para nuestra salud física y para nuestro disfrute, también todos tenemos una despensa emocional, aunque no la hayamos identificado nunca como tal o no nos hayamos parado a pensar en ella.
La despensa emocional está constituida de aquellas cosas que nos nutren a otros niveles. Es alimento para el alma.
Podemos recurrir a ella tanto en los momentos de bajón anímico y energético como en cualquier otro momento del día en que queramos practicar el autocuidado, o también como rutina de nutrición emocional. Idealmente, todas las personas, estemos en la situación que estemos, deberíamos permitirnos al menos una vez al día una acción amorosa con nosotros mismos, pues esta acción será la que nos dé la fuerza necesaria para afrontar cualquier reto.
Igual que todos los días comemos, también todos los días necesitamos alimentar nuestro corazón. El autocuidado es uno de los pilares de la resiliencia.
La despensa emocional puede contener todo tipo de planes, objetos, lugares, personas… Cuanto más variado el surtido, mejor. Igual que con la despensa física, un día nos puede apetecer más un plato de legumbres (dar un paseo) y otro día tener ganas de pasta (ponerme una película romántica y echarme en el sofá).
Ha de haber en tu despensa emocional ítems de toda clase y situación: gratuitos, de bajo coste o más lujosos, dentro de casa y fuera de ella, que requieran poco tiempo o mucho, para hacer solo o acompañado…
Te comparto algunas ideas de acciones amorosas para inspirarte:
- Dar un paseo sin prisas (en la naturaleza, en un parque o un sitio especial de la ciudad)
- Recibir un masaje
- Cuidar lo que comes, cocinarte con amor (aunque solo comas tú, como sugería en el artículo Alimenta todos tus cuerpos: nutre tu alma)
- Degustar un smoothie, café, té… en calma
- Permitirte pasar horas leyendo, si te apetece
- Hacer un viaje con amigos o sola
- Descansar, de verdad, cuando lo necesitas, dormir una siesta larga
- Ir a un espectáculo
- Disfrutar de una tarde con alguien especial
- Pintar o dibujar, sin pretensiones ni exigencias
Además de estas acciones amorosas cotidianas, la despensa emocional también puede contener recursos de diferentes disciplinas para elevar tu energía: meditaciones, ejercicios de respiración, afirmaciones, visualizaciones… En mi canal de Youtube encontrarás algunas ideas:
- Meditación Sa Ta Na Ma
- Meditación Re-visión de mi propósito
- Ejercicio de respiración alterna: Nadi Shodana
- Ejercicio de recapitulación
- Meditación de escaneo corporal
Todas nos conocemos a nosotras mismas al menos ya un poco. Sabemos qué tipo de cosas nos vienen bien en qué situaciones, aunque el esfuerzo de iniciarlas pueda parecer demasiado en ese momento, y más si estamos cansadas. Cuando más falta nos hace el autocuidado, más nos cuesta.
Por ejemplo, a mí el ejercicio físico no es algo que me apetezca hacer naturalmente. Siempre encuentro tareas más urgentes o actividades más apetecibles. Podría ver una película tras otra y disfrutar de un rato para hablar de ella (si estoy acompañada) y sacarle todo el jugo, en lugar de echar el mat al suelo y ponerme a hacer una pequeña tabla de estiramientos. Ambas actividades son nutrición para mi alma, pero en todo hay que observar un equilibrio. En mi caso, he de prestar un poco más de atención a mi cuerpo; en el de otras personas tal vez sea al contrario.
Sabiendo esto de mí misma, en mi despensa emocional hay un espacio para el yoga un par de veces a la semana. Durante un tiempo, y para ponerme las cosas aún más fáciles, porque mis horarios a veces me impiden ir a clase a un centro, Irene venía a casa y me daba una clase particular. Ese momento de conexión corporal no lo cambio por ningún otro. Es lo que me da energía para poder hacer todo lo demás. Solo si me cuido puedo dar lo mejor de mí a las personas que me rodean.
Otro ejemplo de mí misma. Cuando mi cabeza va a mil por hora, la tentación de ir corriendo de un lado a otro es muy fuerte. Sin embargo, lo que más necesito es parar y respirar, porque si voy corriendo cualquier cosa que haga será la mitad de efectiva. Por eso en mi despensa tengo varias actividades para frenar el ritmo, desde lo más sencillo, rápido y barato, que es cuidar de mi pequeño huerto, hasta hacer un viaje de varios días que me desconecte completamente. La respiración también es mi gran aliada.
La despensa emocional es un hábito y un bálsamo.
Como hábito, es la base de tu salud emocional. En el mundo en el que vivimos impera una lógica productiva y “hacia fuera” que resta valor a lo que nos nutre por dentro y que es fundamental para el bienestar de las personas. Haz cada día algo que sea solo para tu disfrute. Un café en una terraza, a solas contigo mismo y sin el móvil. Un rato leyendo o escribiendo poesía. Una tabla de yoga para empezar el día.
Como bálsamo, la despensa emocional nos recuerda que hay muchas cosas que disfrutamos en la vida. En uno de esos días difíciles en los que nos cuesta el autocuidado, en los que todo nos parece pesado, aburrido, triste… abrir la despensa emocional y coger una de esas cosas que atesoramos, la más fácil y placentera, la que siempre está ahí, es realmente sanador.
Cómo llenar mi despensa emocional
El ejercicio de la despensa emocional te invita a que recojas en una hoja o en trocitos de papel todas aquellas cosas que te nutren emocionalmente. Puedes mezclar los detalles amorosos con recursos más formales como meditar o hacer ejercicios de respiración, o puedes mantenerlos separados, como prefieras.
Procura que tu lista o colección de notas tenga al menos veinte detalles amorosos y que sean diferentes en cuanto a tiempo requerido, lugar, compañía, precio (si lo tienen), etc., para que al “meter la mano en la jarra” (real o figurada) de la despensa puedas sacar siempre algo que se adapte a tu situación.
También recomiendo que incluyas tanto acciones habituales como otras más inusuales, para que el día que tengas espíritu aventurero puedas decidirte por una de estas.
Puedes ir ampliando tu despensa a lo largo de varios días, semanas, o toda la vida. Cuanto más la utilices más formas se te ocurrirán de amarte diariamente y más fácil te resultará.
Realmente recomiendo este ejercicio. Puede parecer demasiado simple para ser efectivo, pero su simplicidad es engañosa: cuando hacemos el esfuerzo de poner por escrito las cosas que nos levantan el ánimo, nos damos cuenta de cuánto hay realmente que podemos hacer para cuidarnos y tener días más plenos, más satisfactorios.
Llenar la despensa emocional no cuesta nada, está ahí siempre que la necesitemos y hace más fácil el autocuidado en esos días difíciles.
¡Espero que te animes a probar este ejercicio y, si es así, me lo cuentes!
Estudia Asesor/a en Nutrición Emocional y Alimentación Consciente
Este ejercicio que he compartido contigo hoy es uno de los primeros que realizamos durante la formación de Asesor/a en NEAC y es también uno que nos acompaña durante toda la formación. Resulta muy interesante ver cómo la despensa emocional de cada persona va llenándose y cambiando a lo largo de los dos años, sobre todo cuando empezamos a tener más contacto con nuestra niña interior.
También algo que observo mucho es que ya no nos damos excusas para hacer aquello que nos hace bien. Sabemos que es bueno para nosotras pero, sobre todo, sabemos que es de eso de lo que va la vida. La productividad y las metas están genial y hay que proponerse objetivos y atreverse a soñar, pero necesitamos tener los pies en la tierra y darnos amor día a día.
En la formación de NEAC aprendemos a cuidarnos a todos los niveles con ejercicios como este y muchos otros, integrando herramientas de todo tipo para mejorar nuestra relación con nosotras mismas. El resultado es una mayor consciencia y bienestar y la capacidad de acompañar a otras personas con todos los recursos que hemos aprendido nosotras.
Si quieres saber más sobre la formación, escríbeme a aroa@aroafernandez.com. Estaré encantada de resolver tus dudas y, si te resuena mucho lo que cuento, tener una entrevista para saber si la NEAC es para ti.
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