Hay una epidemia de trastornos digestivos en nuestra sociedad. Millones de personas solo en España padecen SIBO, síndrome del intestino irritable, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn… o se les detectan virus, parásitos y bacterias a los que se hace responsables de su acidez, hinchazón, cólicos y otros síntomas relacionados con un sistema digestivo desequilibrado.
¿De dónde viene esta epidemia? ¿Por qué parece tan difícil de resolver? Se realizan todo tipo de pruebas para detectar el patógeno y se recetan antibióticos que no siempre consiguen solucionar el problema, además de generar bacterias cada vez más resistentes. ¿Es posible que se nos esté escapando algo?
En el artículo de hoy quiero proponerte una mirada más amplia y holística, que es la misma mirada que aplicamos en nuestras formaciones y en consulta, para entender por qué la visión convencional de la enfermedad puede estar impidiéndonos resolver de forma efectiva estos trastornos digestivos y muchos otros relacionados con el eje cuerpo-mente.
Vamos a ver qué hacer ante esta epidemia de trastornos digestivos, cómo el estrés y la ansiedad se relacionan con el SIBO, síndrome de intestino irritable e infecciones bacterianas, qué propone la Medicina de Estilo de Vida, cómo nutrir nuestro cuerpo emocional para aliviar el estrés, qué terapias energéticas pueden ser un complemento efectivo y, finalmente, qué relación tiene el sentido de vida y propósito con este desequilibrio general que afecta especialmente a nuestro sistema digestivo.

Epidemia de trastornos digestivos, ¿qué hacer?
Los trastornos como el SIBO y el síndrome del intestino irritable son cada vez más comunes y sorprende lo jóvenes que son las personas que los padecen. También estamos viendo un auge de virus (rotavirus, adenovirus, norovirus…), parásitos y bacterias como E. coli, Salmonella, Campylobacter o Clostridium.
La sintomatología de muchos de estos trastornos es muy similar, por lo que catalogar exactamente lo que padece la persona muchas veces implica numerosas pruebas y tratamientos hasta dar con lo que finalmente alivia los síntomas. Los antibióticos son los grandes protagonistas de esta batalla contra el sobrecrecimiento bacteriano, pero las bacterias son cada vez más resistentes a su uso y en muchos casos encontramos con que se resuelve temporalmente el problema digestivo pero al cabo de poco tiempo surge otro diferente (también digestivo o focalizado en otro sistema).
¿Qué hacemos entonces? Esta crisis de salud puede ser una invitación a que miremos más profundo y revisemos nuestro estilo de vida (alimentación, ejercicio físico), emociones (estrés, ansiedad, depresión), patrones mentales, estado de nuestro cuerpo energético e incluso propósito vital.
Las enfermedades que padecemos pueden ser una puerta a nuestra interioridad. Nuestro organismo enferma cuando no puede afrontar los patógenos con los que se encuentra, y esto sucede cuando hay un desequilibrio. Nuestro estado natural es la salud y nuestro organismo tiende hacia ella con todos sus recursos. Pero ¿qué pasa cuando sus recursos se ven mermados?
Esta merma tiene que ver con las condiciones de vida modernas y nuestra manera de afrontarlas. Vivimos con estrés y ansiosos por el futuro, y esto nos debilita y nos vuelve vulnerables a todo tipo de virus y bacterias oportunistas.

El origen de esta epidemia: el estrés y la ansiedad
Nuestro cuerpo está preparado para enfrentarse a todo tipo de agentes patógenos, y de hecho lo hace día a día. El problema surge cuando su sistema de respuesta se ve afectado.
Hoy en día la principal causa de un organismo debilitado son el estrés crónico y la ansiedad. El estrés altera la motilidad intestinal, causando tanto movimientos excesivos como reducidos; la reducción de la motilidad puede llevar a una ralentización del tránsito intestinal, haciendo que proliferen bacterias. El estrés también se ha visto que aumenta la permeabilidad intestinal (conocida como “intestino permeable”), lo que permite que sustancias no deseadas entren en el torrente sanguíneo y provoquen inflamación sistémica. El sistema inmune funciona peor en condiciones de estrés, lo que aumenta la susceptibilidad a infecciones.
Hay muchos mecanismos por los que el estrés crónico debilita nuestro organismo. Una de ellas es su efecto en la válvula ileocecal, que conecta el intestino delgado con el grueso. En condiciones de estrés, esta válvula se estrecha, impidiendo el paso de la materia fecal y provocando que se acumulen las bacterias patógenas en el intestino delgado (SIBO).
En el siglo XIX, al mismo tiempo que surgía la teoría de Louis Pasteur sobre los gérmenes como origen de las enfermedades, otros investigadores (Claude Bernard, Max von Pettinkofer, Elie Metchnikoff y muchos otros) enfatizaban el rol del “terreno”. Según estos investigadores, los gérmenes (bacterias, virus, parásitos) conviven con nosotros, dentro y fuera de nuestro organismo, pero la infección solo se produce cuando la ecología normal del cuerpo se interrumpe.
Para probar su hipótesis, los investigadores Pettinkofer en Bavaria y Metchnikoff en Rusia y muchos otros alrededor del mundo ingirieron líquidos con grandes cantidades de bacilos de cólera. Su experiencia fue de una diarrea leve, pero ninguno se puso enfermo. Concluyeron que el ser humano vive en un mar de bacterias y el cuerpo sabe cómo manejarlas; solo cuando algo altera su respuesta normal es cuando estas crecen sin impedimento.[1]
La gran epidemia hoy en día es un estilo de vida poco saludable, que impide que nuestro organismo responda de manera efectiva a los patógenos con los que convivimos naturalmente.

Estilo de vida: alimentación saludable y ejercicio para los trastornos digestivos
La Medicina de Estilo de Vida es una nueva corriente que pone el foco en los factores de estilo de vida que causan las enfermedades crónicas tan prevalentes hoy en día, como la diabetes, enfermedad cardiovascular o cáncer. Los trastornos digestivos también se pueden abordar con una revisión del estilo de vida y los hábitos. Llevar hábitos saludables nos va a ayudar a reducir la inflamación, relajar el sistema nervioso y fortalecer nuestro sistema inmune.
Uno de los factores de estilo de vida claves es la alimentación. Una alimentación poco saludable, rica en alimentos proinflamatorios (alimentos procesados, harinas refinadas, refrescos azucarados, alimentos de origen animal, etc.) genera un desequilibrio aun mayor al favorecer las bacterias patógenas sobre las beneficiosas, haciendo que nuestro microbioma se desestabilice y no pueda responder eficazmente frente a las enfermedades ni absorber bien los nutrientes. Una alimentación basada en plantas saludable, rica en alimentos prebióticos (fibra) y probióticos (fermentados), es clave para mantener un microbioma equilibrado.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchas personas que padecen SIBO, síndrome de intestino irritable y otros trastornos digestivos tienen problemas a la hora de digerir alimentos ricos en carbohidratos complejos, especialmente aquellos altos en FODMAP (legumbres, cebollas, lácteos, verduras crucíferas…). Si es tu caso, te recomiendo que leas mi artículo sobre la dieta FODMAP basada en plantas para que sepas cómo llevar una dieta saludable al mismo tiempo que baja en FODMAP mientras se resuelve el trastorno.
Otro hábito esencial es el ejercicio físico. Nuestra vida sedentaria tiene muchos efectos sobre el organismo, entre ellos el desequilibrio entre las citoquinas proinflamatorias y las antiinflamatorias. Uno de los pilares de la Medicina de Estilo de Vida es el ejercicio físico regular y diario, ya que la actividad física promueve la circulación de las células inmunitarias. No tiene por qué ser un ejercicio muy intenso: lo mejor es que sea placentero para nosotras y sostenible en el tiempo.
¿Descansamos suficiente? El sueño es imprescindible para permitir que nuestro cuerpo se regenere. Un hábito muy extendido es el de tomar cafeína a diario para estar despiertos y alerta, eliminando la sensación de sueño y cansancio. La alternativa saludable sería permitirnos suficientes horas de sueño para poder despertar de forma natural y descansados cada día. Por otra parte, el insomnio también tiene que ver con un sistema inmune alterado y la aparición de trastornos digestivos, y hay que abordarlo en terapia (holística o psicológica) o consulta.
Por último, el sol es esencial para nuestro sistema inmune. Estar al sol regularmente (unos 15-20 minutos al día) o tomar suplementos de vitamina D es fundamental para que nuestro organismo pueda hacer frente a los patógenos.

Terapias energéticas que apoyan frente al SIBO y otros trastornos
Hay numerosas terapias energéticas que pueden aliviar en gran medida o incluso eliminar los trastornos digestivos que padecemos. Herramientas como la acupuntura, la auriculoterapia o el par biomagnético, entre otras, se han utilizado con eficacia para restablecer el equilibrio del organismo para que pueda hacer frente a los patógenos.
De estas tres terapias energéticas que menciono, la acupuntura es la más estudiada frente a todo tipo de trastornos. Por poner un ejemplo, en un ensayo de doble ciego aleatorizado se utilizó acupuntura real frente a acupuntura falsa (introduciendo las agujas en puntos erróneos) y se demostró que la acupuntura auténtica obtenía resultados positivos significativos, mientras que los grupos que recibiron acupuntura falsa o un fármaco para SII (clofac) obtuvieron peores índices.[2]
La auriculoterapia es un tipo de acupuntura que se centra únicamente en los puntos que se encuentran en la oreja. Tiene la misma efectividad que la acupuntura y es más fácil de aprender, por lo que se encuentra entre una de las herramientas clave que estudiamos en la formación de Asesor/a en Nutrición Emocional y Alimentación Consciente.
Las terapias energéticas actúan fortaleciendo el cuerpo energético de la persona que las recibe, permitiéndole hacer frente a los patógenos y recuperar el equilibrio interno. Es el cuerpo el que se cura a sí mismo, todo lo que nosotros hacemos es desbloquear lo que está estancado y promover la circulación de la energía. En Medicina Tradicional China hablamos de favorecer el qi (energía vital) y la xue (sangre).
Aunque las terapias energéticas pueden ser muy efectivas, su uso debería ser un complemento, no una alternativa, a otros abordajes. Si el origen de nuestro SIBO o síndrome del intestino irritable es el estrés y la ansiedad y no actuamos sobre aquello que nos causa el desequilibrio a nivel emocional, puede que solucionemos el trastorno digestivo, pero es posible que pronto aparezca un nuevo trastorno si no abordamos lo que subyace a todos ellos.
El cuerpo es sabio: a través de nuestros síntomas nos manda señales de que hay algo que tenemos que revisar en nuestra vida. Nuestro estado natural es la salud. Si hay enfermedad, es que algo ha impedido que nuestro organismo responda efectivamente. Ese algo puede tener un origen emocional.

Nutrición emocional para los trastornos digestivos
Si el estrés y la ansiedad están detrás de la mayoría de trastornos digestivos que vemos hoy en día, ¿qué hacemos para aliviarlos?
Lo primero es darse cuenta del problema y dejar de normalizar un estilo de vida antinatural. Trabajar en exceso o vivir al máximo persiguiendo todo el rato la siguiente experiencia, sin darnos pausas para descansar y simplemente estar, es lo que está manteniendo a nuestro cuerpo en un estado de estrés crónico.
Bajemos el ritmo. Te propongo algunos tips para que revises tu vida y te nutras emocionalmente:
- Dedícate tiempo para ti, para no hacer “nada”. Tiempo de calidad para estar contigo misma: un baño o ducha relajante (con mascarilla, aceite corporal y demás elementos rituales que te gusten), un café sola en una terraza al sol, un paseo por el parque o por la montaña, una tarde leyendo sin prisa. Tú sabes lo que te hace bien. Crea tu despensa emocional y coge algo de ella a diario.
- Reduce las metas diarias. Si eres de las que se propone hacer diez cosas en un día, redúcelas a tres. Y si aun así son demasiadas y no llegas, no es que seas lenta, es que las cosas requieren su tiempo, sobre todo si las hacemos con amor. Idealmente, reduce tu lista a una sola cosa importante en el día.
- Empieza una práctica de meditación. Los programas de mindfulness están teniendo tanto éxito hoy en día porque abordan una crisis de la atención. No estamos presentes en lo que vivimos y eso nos lleva a vivir con estrés por no llegar a eso que queríamos llegar o por imaginar problemas que no están aquí. Conecta con tu respiración y tu cuerpo.
- Conecta con tu cuerpo también con el ejercicio. Si no haces nada de ejercicio, considera pasear o hacer yoga suave. Si ya lo haces, observa si puedes llevar más consciencia a tu práctica.
- Evalúa. ¿Cuánto realmente es necesario que hagas y cuánto son exigencias que te impones para alcanzar el éxito, quedar bien con los demás o sentirte productiva? Sé más selectiva con aquello a lo que dices “sí”. Menos es más.
- Si el dinero es el problema, ¿hay alguna manera de reducir tus gastos para poder trabajar menos y tener menos estrés? Este es un tema complejo para abordar aquí, pero puedes empezar a planteártelo con artículos como el de Alba: El poder de tener suficiente.
Si pese a todo no podemos parar, si estarnos solas y quietas nos genera ansiedad, quizá el problema no se encuentre en el cuerpo emocional o mental sino en el espiritual. ¿Qué sucede en nuestro interior que preferimos el ajetreo constante, el estrés y la ansiedad, a estar paradas y mirar dentro?

Falta de propósito y sentido, ¿cómo afecta a nuestro organismo?
El último de los cuerpos que te propongo revisar es el cuerpo espiritual, que está conectado con nuestro propósito vital, sensación de pertenencia en el mundo, valores y sentido de la vida.
No es casualidad que al mismo tiempo que el estrés y la ansiedad se normalizan, la mayor parte de la sociedad se siente desconectada de sí misma, de la naturaleza, del sentido de la vida. Los dones y talentos de muchas personas no están siendo desarrollados o se están poniendo al servicio de causas que no benefician al mundo o incluso contribuyen a su empobrecimiento.
El estrés, la ansiedad y la depresión están íntimamente ligadas con el sentido que damos a nuestra vida. Si sentimos un vacío, vamos a intentar llenarlo de la manera que sea, y nuestra sociedad nos enseña que es a través de ocuparnos con el trabajo o distraernos con entretenimiento y experiencias. Pero ni una cosa ni la otra van a llenar nuestro vacío si no realizamos un trabajo de introspección y re-conocimiento, pues nuestras necesidades reales no están siendo satisfechas.
Las necesidades reales del ser humano son la conexión, la intimidad, la creatividad, la pertenencia, la libertad, el desarrollo de sus dones y talentos y el servicio a algo mayor que nosotros mismos, sentir que nuestro esfuerzo repercute positivamente en los demás y en el mundo. ¿Cuántas de estas necesidades están siendo satisfechas y cuántas simplemente desviadas hacia otra cosa que realmente no nos da lo que buscamos? Por ejemplo, la necesidad de creatividad se desvía hacia el entretenimiento (series, películas, libros, música): el arte es profesionalizado y creemos que está fuera de nuestro alcance, cuando en realidad se trata de una necesidad humana básica.
Este tema es demasiado amplio como para desarrollarlo aquí como se merece, pero sin embargo me parece importante hacerlo visible. Espero que estas pequeñas pinceladas te puedan dar una noción del cuerpo espiritual y sus necesidades y cómo una falta de conexión con tu propósito puede estar conectada con la ansiedad y los trastornos digestivos.
Si te apetece leer más sobre este tema, te recomiendo mi artículo Revisión de tu propósito vital: 10 preguntas para inspirarte.

Conclusión
La verdadera epidemia de nuestros tiempos son el estrés y la ansiedad. El estrés sostenido en el tiempo conduce a un desequilibrio de la flora intestinal y de nuestro organismo en general, que pierde la capacidad de responder frente a los patógenos con los que convivimos. Estos patógenos nos colonizan (SIBO, síndrome del intestino irritable, etc.) y se convierten en causa de enfermedad.
A su vez, los trastornos digestivos afectan a nuestra salud mental, provocándonos aun más ansiedad y estrés, ya que el acto de comer, que es algo que realizamos varias veces al día, puede desencadenar síntomas desagradables o dolorosos. Se genera así un círculo vicioso del que no es fácil salir.
Si queremos frenar esta epidemia, tenemos que revisar nuestros hábitos y estilo de vida y trabajar con todos nuestros cuerpos simultáneamente: físico, mental, emocional, energético e incluso espiritual. Y debajo de todo ese estrés y ansiedad, ¿qué creencias subyacen? ¿Estamos viviendo la vida que de verdad queremos vivir?
Las recomendaciones que te he dado en este artículo son invitaciones a que busques el equilibrio en cada uno de estos cuerpos. El mejor abordaje es siempre el que tiene en cuenta a todo tu Ser, desde todas las partes que te conforman. Si mejoras tu alimentación, esto hará que te sea más fácil sentirte bien anímicamente (sin tantos picos y valles emocionales, con más energía), lo que a su vez hará que tomes decisiones más saludables, como hacer ejercicio o meditar, sin que esto requiera toda tu fuerza de voluntad. A su vez, terapias energéticas como la auriculopuntura harán que te sientas mejor y tengas más energía para prepararte una comida saludable o para plantearte de dónde viene todo el estrés que sientes.
Todo en el cuerpo está interconectado. Actuando en cada uno de los sistemas multiplicamos la salud y el bienestar, fortaleciendo a nuestro cuerpo para que pueda hacer frente con éxito a bacterias patógenas como las que causan nuestros trastornos digestivos.

Estudia la mirada holística: Asesor/a en NEAC
En este artículo hemos explorado cómo abordamos un trastorno digestivo como el SIBO o el síndrome del intestino irritable desde una perspectiva holística que tiene en cuenta todas las circunstancias de la persona y todos los cuerpos de los que se compone.
Creo firmemente que la única manera de que el ser humano recupere el equilibrio es volviendo a integrar todas sus partes en lugar de tratarlas cada una por separado. Así, enfermedades como el SIBO podrían resolverse de raíz, sin que surgieran otros trastornos en otras partes del organismo, y, lo más importante, nos aportarían resiliencia, la capacidad de responder con flexibilidad ante nuevos retos.
En la formación de Asesor/a en Nutrición Emocional y Alimentación Consciente aprendemos a aplicar la mirada holística, trabajando simultáneamente con el cuerpo físico, emocional, mental, energético y espiritual.
Lo más importante de toda la formación es que atravesamos este proceso nosotras mismas. Todo lo que aprendemos lo llevamos a nuestra vida, mejorando nuestros hábitos, reconociendo lo que nos hace bien y lo que no, aprendiendo a escuchar nuestras emociones, liberando creencias que nos bloquean y encontrando nuestro propósito vital.
NEAC es un profundo camino de crecimiento personal, una formación integral de 30 meses en la que lo más importante es tu transformación interior. Después de la experiencia de la formación, serás capaz de acompañar a otras personas en sus propios procesos, pues solo podemos acompañar en aquello que nosotras mismas hemos vivido.
Si te interesa Asesor/a en NEAC para tu práctica profesional como terapeuta, coach, educador, asesor… o para mejorar tu salud integral y la de los tuyos, te invito a que descubras la formación en la página oficial de NEAC.
Si tienes dudas sobre la formación o quieres comentarme cualquier cosa, escríbeme a aroa@aroafernandez.com o un Whatsapp al 615454608 y estaré encantada de atenderte.

Referencias
- Schmidt, Michael. Beyond Antibiotics: Strategies for Living in a World of Emerging Infections and Antibiotic-resistant Bacteria, 2009. / Lappé, Marc. When Antibiotics Fail: Restoring the Ecology of the Body, 1986.
- Rahmatollah Rafiei et al. “A new acupuncture method for management of irritable bowel syndrome: A randomized double blind clinical trial”. J Res Med Sci. 2014 Oct; 19(10): 913–917.
Si quieres más contenido como este, únete a mi newsletter
Si te ha gustado este artículo, te invito a suscribirte a mi newsletter, en la que comparto más artículos como este y otro contenido exclusivo para suscriptores, como recetas descargables y ejercicios de nutrición emocional y alimentación consciente.